miércoles, 22 de julio de 2020

El Estado como garante de la paz social en el contexto de la pandemia


Desde que se inició la pandemia en nuestro país, el rol del estado en la misma, se ha transformado en un tema de debate. Este papel de vital importancia, debía tener como principales misiones, minimizar las consecuencias de la pandemia y contener a los sectores sociales más castigados por los efectos económicos de la misma.
Desde el aspecto social el estado debía garantizar nada más y nada menos que la paz social, un objetivo que para algunos actores aparecía como algo imperioso de asegurar. Al inicio de la cuarentena, un sondeo de la consultora Opinaia nos mostraba que para los consultados, el temor a los saqueos, superaba al miedo a contraer la enfermedad. Muchos comerciantes por temor a los saqueos no reponían mercadería en sus comercios. Hasta el propio gobernador bonaerense y los intendentes del conurbano bonaerense, manifestaban su preocupación por el temor a un desborde social antes del pico de la pandemia. En síntesis, ciudadanos y mandatarios demandaban que el Estado se convirtiese en el garante de la paz social.
Hablar del Estado como garante de la paz social es algo novedoso?  En absoluto, veamos; Ortega y Gasset que concebía la nación “como un proyecto sugestivo de vida en común”, entendía que  las instituciones del Estado constituidas para la organización y el gobierno de la sociedad civil debían constituirse como garantes de un sistema de convivencia cuyo fin primario  es la paz social. La propia doctrina social de la iglesia en su encíclica Remun Novarum nos habla del Estado como garante de la paz social. En síntesis, la cuestión del estado como garante de la paz social no es algo que estuviese en discusión. Lo que si podría estar en debate es mediante qué acciones el estado habría de garantizar dicho orden o paz social.
El estado teniendo en cuenta el contexto socioeconómico previo a la pandemia, tenía dos opciones de respuesta. Una era que la réplica estuviese enmarcada dentro de una visión del Estado weberiana sustentada en el monopolio de la fuerza. La otra que estuviese sustentada en una visión del Estado bismarckiana respaldada en la concepción universalista y solidaria sobre la base de una visión de ciudadanía social. Claramente nuestro estado en sus tres niveles, opto por la respuesta vinculada al derecho social ciudadano; entendió que el enorme desafío, tanto sanitario como económico-social, que nos planteaba la pandemia, exigía que el estado asuma ese papel respondiendo a la defensa del interés general de los ciudadanos.
Un dato que nos muestra la magnitud de la ayuda social, es que de los 15 millones de hogares de la Argentina, según la actualización estimada del censo poblacional de 2010, poco más de la mitad percibirá la ayuda estatal, son trabajadores informales, trabajadores independientes de bajos ingresos, personal de casas particulares y beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo (AUH), embarazadas y del plan Progresar. Esto nos muestra que tanto el gobierno nacional como los gobiernos provinciales, tomaron medidas rápidas y efectivas para paliar el impacto de la crisis. Es de destacar que la sociedad argentina, en su amplia mayoría está dando muestras de compromiso y solidaridad para enfrentar la crisis y hallar una salida con equidad y en democracia.
En términos de asistencia social, el gobierno nacional paso de manejar un presupuesto mensual previo a la pandemia de 5.000 millones mensuales, a uno de 14.000 millones mensuales. En la actualidad hay 8 millones de personas que reciben asistencia alimentaria (tres millones más que antes de la cuarentena). Entre el IFE y los planes sociales, más de 9 millones de compatriotas reciben una ayuda económica mensual para poder afrontar la crisis. A esto debemos agregar el pago del ATP alcanzaba en el mes de junio a unas 300.000 empresas y casi 3 millones de empleados del sector privado.  También se abrió una línea de crédito a tasa cero para los monotributistas. Desde que empezó la pandemia, el gobierno lleva destinados más de 950.000 mil millones de pesos en inversión social y sanitaria.
En lo referente a los gobiernos provinciales –sean estos oficialistas u opositores - podemos señalar que los mismos están haciendo un gran esfuerzo por ayudar a la paz social llevando a cabo una serie de acciones de contención social.
En tal sentido podemos nombrar a la provincia de Buenos Aires, quien desarrollo un plan complementario al de nación, para contribuir a pagar salarios durante la pandemia del coronavirus. También una serie de cambios impositivos, acceso a créditos y un fondo para municipios. La provincia de Jujuy con el fin de brindar contención económica a sectores vulnerables y particulares afectados dispuso crear el “Programa de Asistencia Económica COVID- 19”, un subsidio de hasta sesenta mil pesos por única vez o crédito de hasta doscientos cuarenta mil pesos a tasa cero de interés. La provincia de Santa Fe desde el inicio de la pandemia, junto al ejército, voluntarios de las organizaciones sociales, religiosas y de la sociedad civil llevó a cabo la entrega diaria de módulos con alimentos que llegan puerta por puerta; algo más de 1.250 millones en total fueron destinados a diversos programas alimentarios de sectores vulnerables. En igual sentido la Ciudad Autónoma de Buenos Aires paso de 100.000 a 300.000 raciones diarias de comida; la legislatura voto le eximición del ABL de los negocios afectados por la cuarentena y se creó una línea de crédito de hasta 500.000 pesos con una tasa del 12% anual (bonificada en un 50% por el gobierno nacional) para aquellas PyMes y negocios que deseen obtenerla. Cabe destacarse que más allá de los ejemplos mencionados, todas las provincias han efectuado un gran esfuerzo económico y fiscal para poder dar respuestas complementarias a las necesidades socio económicas que provoco esta pandemia. Todas ellas con el objetivo de garantizar la paz social.
Como hemos podido observar, el estado con un enorme esfuerzo fiscal está cumpliendo con su rol de garante de la paz social en una cuarentena que ya lleva más de cuatro meses y que todo indica que habrá de continuar por mayor tiempo. En materia social, se ha adoptado una política de control de daños, especialmente dirigida a la población en mayor situación de riesgo. Bonos, aumentos, compensaciones, provisión alimentaria, entre otros, son algunas de las decisiones que apuntan a reducir los efectos de la emergencia sanitaria sobre los más necesitados a lo largo y ancho de nuestra nación.
El impacto de la pandemia no habrá de ser homogéneo, es por eso que aparece como fundamental para los ciudadanos, el apoyo que se les brinde desde el Estado en sus diferentes niveles a través de las políticas sociales que se implementen. Un estado como garante de la paz social es un estado que asiste y no que expulsa a la indigencia a sus ciudadanos. Es un estado que emplea la ética de la solidaridad. Este rol es de vital importancia no solo para la compleja coyuntura, sino para la recuperación productiva, económica y social de la post pandemia.

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