jueves, 22 de agosto de 2019

La Naturalización de la Violencia



 Los argentinos asistimos en los últimos días a una serie de acontecimientos esencialmente violentos. El insulto de la ministra de seguridad a una mujer que la estaba responsabilizando por el caso de Santiago Maldonado; la patada que un policía le da en el pecho a una persona portadora de un cuchillo, ocasionándole la muerte casi de manera inmediata; y por ultimo dos guardias de seguridad, que matan a golpes a una persona de 68 años que habría hurtado en un hipermercado unos chocolates y un aceite. Violencia simbólica, física y psicológica son diferentes facetas de un mismo problema “la violencia de nuestra sociedad”.
Es la violencia la que ha ganado terreno en nuestra sociedad. Repasen en cuántos momentos la agresión está presente en nuestra cotidianeidad. Las palabras altisonantes a la orden del día, las miradas desafiantes de auto a auto en la calle que muchas veces termina en una pelea callejera, la sacudida del padre al niño que está haciendo un berrinche, los medios de comunicación y sus formas de obtener audiencia: sonidos e imágenes, entre más sanguinarias mejor  “porque eso es lo que vende”
Vivir en una sociedad violenta, no es beneficioso para nadie: la pregunta que se desprende entonces es porque vivimos inmersos en una sociedad con tales características?. Todos los que integramos la sociedad, podemos promover acciones que favorezcan una convivencia más agradable y sin naturalizar la violencia como una elemento constitutivo de nuestra sociedad. Es cierto que las responsabilidades no deben estar repartidas en partes iguales. Quienes detentan el poder simbólico y político en la sociedad, deben tener una mayor responsabilidad en emprender  acciones que tiendan a generar menores niveles de violencia simbólica y discursiva; deben convertirse en los precursores de gestiones socialmente pacíficas, que impacten en la sociedad y generen en consecuencia un discurso de mayor cordialidad y tranquilidad entre todas y todos los integrantes de la sociedad.
“El hombre lobo del hombre” decía Tomas Hobbes en su libro “El Leviatan”. Precisamente para evitar esa lucha de todos contra todos, el filósofo ingles proponía la celebración de un contrato social y la posterior creación de ese estado que garantizase la seguridad de todas y todos.
La sociedad violenta es un hecho, sin embargo entiendo que la naturalización de la violencia todavía no se ha materializado como tal y en mi opinión, es algo muy alentador. Existen resistencias a la naturalización de la violencia,  de la misma manera que nuestro organismo se defiende con sus anticuerpos de las bacterias que ingresan en el cuerpo y producen la enfermedad. De los que nos consideramos los anticuerpos, depende alcanzar la suficiente fuerza social para poder enfrentar eficazmente este problema que nos aqueja a todas y todos.
Solos no lo conseguiremos; necesitamos de un Estado que se comprometa enérgicamente en todos sus poderes y niveles de gobierno, y que asumiendo su rol de organización social más compleja, nos puntee el camino a recorrer; una vía en la cual primen como herramientas el equilibrio emocional, el respeto a la diversidad y el dialogo sincero y constructivo. No es un camino para nada sencillo, pero bien vale la pena ambicionarlo.
Parafraseando a Jose Ingenieros quien señalaba que “los mediocres no cosechan rosas por temor a las espinas”, entiendo que llego el momento cierto en que las y los argentinos nos demos la oportunidad de pensar y trabajar por lograr una sociedad más equilibrada, inclusiva y básicamente no violenta; si somos capaces de emprender dicha tarea, le estaremos proporcionando una contribución sustancial las generaciones futuras de nuestro país.

Marcelo Fidalgo

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