Es bien conocido por todos, que la crisis que ha generado el
coronavirus ya no es solamente sanitaria, sino que también es una crisis económica,
social y hasta cultural. Casi tres millones y medio de contagiados y casi un
cuarto de millón de muertos en tan solo seis meses, habla a las claras de la
magnitud de dicha pandemia la cual está hostigando al mundo entero.
Esta crisis a diferencia de otras, no pone a resguardo a las potencias
más desarrolladas del mundo. De hecho, el virus se inició en la gran potencia
económica asiática y en la actualidad, la mayoría de los países que conforman
el G7 se encuentran entre las naciones con mayores casos de contagios a nivel
mundial; solo nos basta con mirar la cantidad de infectados y muertos en los
Estados Unidos, Francia, Italia y Reino Unido para tomar registro de la característica
de la pandemia. Asimismo el impacto en la economía mundial que ha generado el
coronavirus en estos países, también posee características considerables. En
los Estados Unidos prevén una cifra cercana a los 22 millones de desocupados;
en Francia la cifra de desocupados alcanzaría a 3,7 millones; en Italia más de
7 millones de ciudadanos están viviendo con menos de 500 euros mensuales,
cuando el sueldo mínimo en ese país es de 1300 euros. El Reino Unido que junto
con Alemania tenía la tasa de desocupación más baja de la Unión Europea (no
llegaba al 4%), prevé para este año una tasa de desocupación del orden del
7,3%.
Frente a este escenario, cuál es la respuesta que proporcionarán
los gobiernos a esta crisis no solo sanitaria, sino económica y social?. La réplica
que darán estos países a sus crisis, bien podría denominarse Keynesianismo explícito. Porque hago
dicha afirmación?. Observemos estos datos; los Estados Unidos desembolsara cerca
del 10% de su PBI a través de un paquete de ayuda económica y social para
morigerar el impacto de la crisis como consecuencia del coronavirus. Alemania
hará lo propio, destinando el 14,5% de su PBI; Japón aparece hasta ahora como
el país con mayor inyección de dinero por parte del estado en la economía;
destinara el 20% de su PBI para enfrentar el derrumbe de su economía. La Unión
Europea creara un rescate económico para enfrentar las consecuencias económicas
y sociales de la pandemia del orden de los 540 mil millones de euros a repartir
entre sus países miembros.
En síntesis, lo que nos muestran estos números, es que con
independencia de la ideología de los gobiernos, la fórmula empleada es la
misma: frente a una crisis sin
antecedentes, se introduce dinero en la economía promovido por el actor social
primordial, por la organización social más compleja, es decir por el estado
nacional. Si advertimos que los países más significativos del planeta, responden
a esta fenomenal crisis con más injerencia por parte del estado, a través de
paquetes de ayuda económica y social vinculados en muchas casos, a la
asistencia de los sectores más desprotegidos de la sociedad, buscando en
consecuencia mitigar los efectos económicos y sociales de esta pandemia, me
pregunto si no habrá llegado el momento en que deberíamos hacernos la siguiente
pregunta; Es necesario crear un nuevo modelo de estado de bienestar? . La
respuesta es que se hacer decididamente necesario recrear un nuevo modelo de
estado de bienestar. Un estado no anclado en el contexto social político y
económico de mediados del siglo pasado, sino un estado anclado en el contexto
social, político y económico actual, pero con la impronta particular de un
estado benefactor como el que supimos conocer.
Este nuevo modelo de Estado de Bienestar, debería tener en cuenta mi entender algunos criterios
que me permito exponer.
- Lo trascendente no es la igualdad de oportunidades, sino la igualdad de condiciones. El estado debe garantizar la igualdad de las condiciones sociales básicas entre sus habitantes; si ello no sucede, una sociedad más igualitaria se convierte en una entelequia.
- .
Puesto
que la vida natural no genera iguales oportunidades de partida, ni deja librado
a cierto tipo de personas del infortunio, es ineludible que el Estado se ocupe
de ellos para garantizar sus derechos políticos, económicos, sociales y
culturales básicos.
- El
Estado no debe garantizar aquello que una persona pueda conseguir por sus
propios medios, léase el esfuerzo, el empeño y las ganas de lograr sus propios
objetivos; esto debe ser parte del proyecto de vida de cada individuo.
- La
educación cumple una función esencial. Una sociedad más educada, tienen mayor posibilidad de lograr un mayor desarrollo
económico, social y cultural.
- La salud pública, ocupa un lugar de preponderancia en el progreso de la sociedad. Se hace necesario que el Estado pueda garantizar a todos los sectores sociales, un acceso más equitativo e igualitario a la salud, poniendo el foco especialmente en aquellos ciudadanos que hoy se encuentran en una situación de vulnerabilidad mayor..
- La gente que pierde su empleo, debe recibir beneficios sociales que le permitan conservar su nivel de vida; asimismo garantizarle todo tipo de facilidades para capacitarse o formarse en nuevas profesiones, a los efectos lograr una rápida reinserción laboral.
- . La
seguridad social debe garantizar a sus beneficiarios ingresos que le permitan
un nivel de vida acorde fundamentalmente a sus expectativas y a su historial
laboral.
- .
La
equidad y la perspectiva de género deben ser garantizadas por parte de los
estados en la formulación, desarrollo e implementación de las políticas
públicas.
- . La
sostenibilidad ambiental entendida como la administración y el cuidado
eficiente y racional de los recursos naturales, debe ser una facultad
indelegable del estado nacional. No debe existir proyecto productivo que no
tenga sostenible desde el punto de vista ambiental.
- 10. Propender a un concepto de nueva ciudadanía,
entendida esta, como una nueva
concepción de ciudadanas y ciudadanos que a través de un nuevo rol social y
bajo el reconocimiento por parte del Estado de nuevos derechos y obligaciones,
contribuyan a la construcción de una sociedad más inclusiva, justa equitativa y
solidaria.
A nadie escapa que este Nuevo
Estado de Bienestar habrá de demandar una mayor cantidad de recursos para
poder enfrentar y desempeñar este nuevo rol tanto económico pero
fundamentalmente social. Para lograrlo, será necesario comprender que el nivel
de endeudamiento de las naciones, no deberá ser el impedimento que obstruya la
obtención de estos recursos económicos por parte del Estado. Para validar este
razonamiento, habremos de constatar el porcentaje de PBI del paquete de ayuda
económica y social de algunas de las naciones integrantes del G7 y el nivel de
endeudamiento que poseen.
Estados Unidos posee un nivel de endeudamiento del orden del
107% de su PBI, sin embargo mencionamos que desembolsaría para sostenibilidad
de su economía un paquete cercano al 10% de su PBI; Alemania posee un nivel de
endeudamiento de su PBI cercano al 62% y destinara un paquete cercano al 14,5%
de su producto bruto interno. Quizás el caso más notorio sea el de Japón que
destinara el 20% de su producto al paquete de ayuda, mientras que posee un
nivel de endeudamiento del orden del 237% respecto de su producto bruto
interno. Estos datos nos explican a las
claras, para estas naciones, su nivel de endeudamiento no es un factor imposibilitador del
despliegue de un paquete económico y social que contribuya a conservar la
situación socio- económica existente con anterioridad al inicio de la pandemia.
Admito que sea necesario ver cada caso en particular,
respecto de la situación fiscal y económica de cada estado nacional; pero también entiendo, que será necesario
aplicarse medidas de carácter universal para garantizar la posibilidad del
desarrollo de este Nuevo Estado de Bienestar. En este sentido, podemos
mencionar que es el propio comité de los DESC, quien al efectuar
recomendaciones en
relación con esta pandemia, ha mencionado que son naturalmente necesarios “los esfuerzos cooperativos para enfrentar
los impactos económicos de la crisis, en especial en los Estados más pobres, y
para lograr una recuperación económica lo más rápida posible”.
Siguiendo con esta lógica propuesta por las Naciones Unidas a
través del comité para los DESC, opino que sería posible establecer a través de
los organismos internacionales correspondientes, dispositivos para que aquellas
naciones que se hallasen en una situación de dificultad fiscal y económica,
puedan en caso de considerarlo oportuno y conveniente, recurrir a la suspensión
de los pagos de su deuda externa y sobre todo la contraída con el Fondo
Monetario Nacional y destinar dichos recursos a la implementación de paquetes
de ayuda social y económica, tendientes al sostenimiento de su economía
doméstica y del tejido social. Que al tomar dicha determinación por parte de
los Estados, los mismos, no sufran las secuelas propias de los países que
entran en cesación de pagos o default selectivo.
Aunque una medida así pareciese imposible de aplicar, quiero decirles
que existiendo determinación política, no sería un objetivo improbable de lograr.
Un dato que avala este razonamiento; bajo
el sistema capitalista actual, la concentración también llego al capitalismo
financiero y en la actualidad, existen en el mundo aproximadamente unas 60.000 bolsas de valores; la mitad de esos
valores están en manos exclusivamente de 1.000 empresas. Además, a nadie escapa
que el FMI puede hacer una reforma en su carta orgánica y modificar en forma
transitoria o definitiva, su condición de acreedor preferencial frente a los
estados, permitiendo de esa manera que los mismos puedan renegociar plazos y
porcentaje de quitas con dicho organismo de crédito.
No tengo duda que existiendo determinación política y sobre
todo consciencia de la necesidad frente a esta crisis sanitaria, económica,
social y cultural sin precedentes en nuestra historia reciente, pueden
generarse los mecanismos para la creación y posterior ejecución de las medidas
que le permitan a los estados nacionales, contar con los recursos económicos
que fuesen necesarios, para implementar estas ayudas sociales y económicas a su
población. Medidas que estarán pensadas en servirle de solución no a las
grandes potencias, sino al concierto de las naciones y por sobre todo a las que
se encuentren en situaciones de dificultad fiscal y económica.
En definitiva, estamos viviendo una situación completamente
impensada y excepcional fruto de una pandemia que está poniendo en jaque la
economía mundial. En este contexto, la intervención del Estado nacional se hizo
ineludible; intervención que busca generar un cierto marco de sostenibilidad de
la malla social y económica de los países, sean estos desarrollados o en vías
de serlo. Frente a esta situación, entiendo que se abre la posibilidad de volver a generar un
nuevo tipo de estado; un estado que sea capaz de generar una nueva ciudadanía y
sentar las bases de una sociedad más justa, equitativa y solidaria. La crisis
es una oportunidad dice el ideograma chino; quizás esta crisis nos sirva para
volver a tener un nuevo modelos de
estado y construir una mejor sociedad.
Un lujo leer tu escrito, no podía esperar menos de vos, grande compañero y persona. Saludos.
ResponderEliminarMuchísimas gracias querido colega. Es muy gratificante tu comentario. Abrazo fraterno
EliminarMarcelo: muy buen texto, el recorrido que hiciste, los datos, y tus aportes para poder pensarlos en éstos momentos.. gracias x compartirlo.
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