martes, 5 de mayo de 2020

La crisis del coronavirus. La oportunidad de un nuevo estado de bienestar


Es bien conocido por todos, que la crisis que ha generado el coronavirus ya no es solamente sanitaria, sino que también es una crisis económica, social y hasta cultural. Casi tres millones y medio de contagiados y casi un cuarto de millón de muertos en tan solo seis meses, habla a las claras de la magnitud de dicha pandemia la cual está hostigando al mundo entero.
Esta crisis a diferencia de otras, no pone a resguardo a las potencias más desarrolladas del mundo. De hecho, el virus se inició en la gran potencia económica asiática y en la actualidad, la mayoría de los países que conforman el G7 se encuentran entre las naciones con mayores casos de contagios a nivel mundial; solo nos basta con mirar la cantidad de infectados y muertos en los Estados Unidos, Francia, Italia y Reino Unido para tomar registro de la característica de la pandemia. Asimismo el impacto en la economía mundial que ha generado el coronavirus en estos países, también posee características considerables. En los Estados Unidos prevén una cifra cercana a los 22 millones de desocupados; en Francia la cifra de desocupados alcanzaría a 3,7 millones; en Italia más de 7 millones de ciudadanos están viviendo con menos de 500 euros mensuales, cuando el sueldo mínimo en ese país es de 1300 euros. El Reino Unido que junto con Alemania tenía la tasa de desocupación más baja de la Unión Europea (no llegaba al 4%), prevé para este año una tasa de desocupación del orden del 7,3%.
Frente a este escenario, cuál es la respuesta que proporcionarán los gobiernos a esta crisis no solo sanitaria, sino económica y social?. La réplica que darán estos países a sus crisis, bien podría denominarse Keynesianismo explícito. Porque hago dicha afirmación?. Observemos estos datos; los Estados Unidos desembolsara cerca del 10% de su PBI a través de un paquete de ayuda económica y social para morigerar el impacto de la crisis como consecuencia del coronavirus. Alemania hará lo propio, destinando el 14,5% de su PBI; Japón aparece hasta ahora como el país con mayor inyección de dinero por parte del estado en la economía; destinara el 20% de su PBI para enfrentar el derrumbe de su economía. La Unión Europea creara un rescate económico para enfrentar las consecuencias económicas y sociales de la pandemia del orden de los 540 mil millones de euros a repartir entre sus países miembros.
En síntesis, lo que nos muestran estos números, es que con independencia de la ideología de los gobiernos, la fórmula empleada es la misma: frente a una crisis sin antecedentes, se introduce dinero en la economía promovido por el actor social primordial, por la organización social más compleja, es decir por el estado nacional. Si advertimos que los países más significativos del planeta, responden a esta fenomenal crisis con más injerencia por parte del estado, a través de paquetes de ayuda económica y social vinculados en muchas casos, a la asistencia de los sectores más desprotegidos de la sociedad, buscando en consecuencia mitigar los efectos económicos y sociales de esta pandemia, me pregunto si no habrá llegado el momento en que deberíamos hacernos la siguiente pregunta; Es necesario crear un nuevo modelo de estado de bienestar? . La respuesta es que se hacer decididamente necesario recrear un nuevo modelo de estado de bienestar. Un estado no anclado en el contexto social político y económico de mediados del siglo pasado, sino un estado anclado en el contexto social, político y económico actual, pero con la impronta particular de un estado benefactor como el que supimos conocer.
Este nuevo modelo de Estado de Bienestar, debería  tener en cuenta mi entender algunos criterios que me permito exponer.
  1.      Lo trascendente no es la igualdad de oportunidades, sino la igualdad de condiciones. El estado debe garantizar la igualdad de las condiciones sociales básicas entre sus habitantes; si ello no sucede, una sociedad más igualitaria se convierte en una entelequia.
  2. .      Puesto que la vida natural no genera iguales oportunidades de partida, ni deja librado a cierto tipo de personas del infortunio, es ineludible que el Estado se ocupe de ellos para garantizar sus derechos políticos, económicos, sociales y culturales básicos.
  3.        El Estado no debe garantizar aquello que una persona pueda conseguir por sus propios medios, léase el esfuerzo, el empeño y las ganas de lograr sus propios objetivos; esto debe ser parte del proyecto de vida de cada individuo.
  4.       La educación cumple una función esencial. Una sociedad más educada, tienen  mayor posibilidad de lograr un mayor desarrollo económico, social y cultural.
  5.       La salud pública, ocupa un lugar de preponderancia en el progreso de la sociedad. Se hace necesario  que el Estado pueda garantizar a todos los sectores sociales, un acceso más equitativo e igualitario a la salud, poniendo el foco especialmente en aquellos ciudadanos que hoy se encuentran en una situación de vulnerabilidad mayor..     
  6.     La gente que pierde su empleo, debe recibir beneficios sociales que le permitan conservar su nivel de vida; asimismo garantizarle todo tipo de facilidades para capacitarse o formarse en nuevas profesiones, a los efectos lograr una rápida reinserción laboral.
  7. .       La seguridad social debe garantizar a sus beneficiarios ingresos que le permitan un nivel de vida acorde fundamentalmente a sus expectativas y a su historial laboral.
  8. .      La equidad y la perspectiva de género deben ser garantizadas por parte de los estados en la formulación, desarrollo e implementación de las políticas públicas.
  9. .       La sostenibilidad ambiental entendida como la administración y el cuidado eficiente y racional de los recursos naturales, debe ser una facultad indelegable del estado nacional. No debe existir proyecto productivo que no tenga sostenible desde el punto de vista ambiental.
  10. 10.   Propender a un concepto de nueva ciudadanía, entendida esta,  como una nueva concepción de ciudadanas y ciudadanos que a través de un nuevo rol social y bajo el reconocimiento por parte del Estado de nuevos derechos y obligaciones, contribuyan a la construcción de una sociedad más inclusiva, justa equitativa y solidaria.

A nadie escapa que este Nuevo Estado de Bienestar habrá de demandar una mayor cantidad de recursos para poder enfrentar y desempeñar este nuevo rol tanto económico pero fundamentalmente social. Para lograrlo, será necesario comprender que el nivel de endeudamiento de las naciones, no deberá ser el impedimento que obstruya la obtención de estos recursos económicos por parte del Estado. Para validar este razonamiento, habremos de constatar el porcentaje de PBI del paquete de ayuda económica y social de algunas de las naciones integrantes del G7 y el nivel de endeudamiento que poseen.
Estados Unidos posee un nivel de endeudamiento del orden del 107% de su PBI, sin embargo mencionamos que desembolsaría para sostenibilidad de su economía un paquete cercano al 10% de su PBI; Alemania posee un nivel de endeudamiento de su PBI cercano al 62% y destinara un paquete cercano al 14,5% de su producto bruto interno. Quizás el caso más notorio sea el de Japón que destinara el 20% de su producto al paquete de ayuda, mientras que posee un nivel de endeudamiento del orden del 237% respecto de su producto bruto interno. Estos datos nos  explican a las claras, para estas naciones, su nivel de endeudamiento no es un factor imposibilitador del despliegue de un paquete económico y social que contribuya a conservar la situación socio- económica existente con anterioridad al inicio de la pandemia.
Admito que sea necesario ver cada caso en particular, respecto de la situación fiscal y económica de cada estado nacional;  pero también entiendo, que será necesario aplicarse medidas de carácter universal para garantizar la posibilidad del desarrollo de este Nuevo Estado de Bienestar. En este sentido, podemos mencionar que es el propio comité de los DESC, quien al efectuar recomendaciones en relación con esta pandemia, ha mencionado que son naturalmente necesarios “los esfuerzos cooperativos para enfrentar los impactos económicos de la crisis, en especial en los Estados más pobres, y para lograr una recuperación económica lo más rápida posible”.
Siguiendo con esta lógica propuesta por las Naciones Unidas a través del comité para los DESC, opino que sería posible establecer a través de los organismos internacionales correspondientes, dispositivos para que aquellas naciones que se hallasen en una situación de dificultad fiscal y económica, puedan en caso de considerarlo oportuno y conveniente, recurrir a la suspensión de los pagos de su deuda externa   y sobre todo la contraída con el Fondo Monetario Nacional y destinar dichos recursos a la implementación de paquetes de ayuda social y económica, tendientes al sostenimiento de su economía doméstica y del tejido social. Que al tomar dicha determinación por parte de los Estados, los mismos, no sufran las secuelas propias de los países que entran en cesación de pagos o default selectivo.
Aunque una medida así pareciese imposible de aplicar, quiero decirles que existiendo determinación política, no sería un objetivo improbable de lograr. Un dato que avala este razonamiento;  bajo el sistema capitalista actual, la concentración también llego al capitalismo financiero y en la actualidad, existen en el mundo aproximadamente unas  60.000 bolsas de valores; la mitad de esos valores están en manos exclusivamente de 1.000 empresas. Además, a nadie escapa que el FMI puede hacer una reforma en su carta orgánica y modificar en forma transitoria o definitiva, su condición de acreedor preferencial frente a los estados, permitiendo de esa manera que los mismos puedan renegociar plazos y porcentaje de quitas con dicho organismo de crédito.
No tengo duda que existiendo determinación política y sobre todo consciencia de la necesidad frente a esta crisis sanitaria, económica, social y cultural sin precedentes en nuestra historia reciente, pueden generarse los mecanismos para la creación y posterior ejecución de las medidas que le permitan a los estados nacionales, contar con los recursos económicos que fuesen necesarios, para implementar estas ayudas sociales y económicas a su población. Medidas que estarán pensadas en servirle de solución no a las grandes potencias, sino al concierto de las naciones y por sobre todo a las que se encuentren en situaciones de dificultad fiscal y económica.
En definitiva, estamos viviendo una situación completamente impensada y excepcional fruto de una pandemia que está poniendo en jaque la economía mundial. En este contexto, la intervención del Estado nacional se hizo ineludible; intervención que busca generar un cierto marco de sostenibilidad de la malla social y económica de los países, sean estos desarrollados o en vías de serlo. Frente a esta situación, entiendo que  se abre la posibilidad de volver a generar un nuevo tipo de estado; un estado que sea capaz de generar una nueva ciudadanía y sentar las bases de una sociedad más justa, equitativa y solidaria. La crisis es una oportunidad dice el ideograma chino; quizás esta crisis nos sirva para volver a tener un nuevo  modelos de estado y construir una mejor sociedad.

3 comentarios:

  1. Un lujo leer tu escrito, no podía esperar menos de vos, grande compañero y persona. Saludos.

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    1. Muchísimas gracias querido colega. Es muy gratificante tu comentario. Abrazo fraterno

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  2. Marcelo: muy buen texto, el recorrido que hiciste, los datos, y tus aportes para poder pensarlos en éstos momentos.. gracias x compartirlo.

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