A esta altura de los
acontecimientos, ya son bien conocidas las consecuencias que impactan en el
tejido social como consecuencia de la
pandemia producida por el coronavirus. No obstante ello a medida que transcurre
el tiempo, podemos observar como acciones adoptadas por los gobiernos
nacionales, dieron como resultado un agravamiento de la situación propia del
virus causante de la pandemia. En algunos casos es posible detectar como dichos
gobiernos tomaron a través de sus decisiones, características vinculadas a lo
que Mbembe Achille definió como necropolitica. Mucho del análisis social y
político actual parece girar en torno a dos conceptos que parecen ocuparse de
cosas distintas: la biopolítica y la necropolítica. La biopolítica es un
concepto introducido por Foucault para describir las transformaciones de las
formas de gobierno modernas, caracterizadas por el despliegue de todo un
conjunto de tecnologías, prácticas, estrategias y racionalidades políticas que
tienen como objetivo el gobierno de la vida. En contraposición aparece la
necropolitica como un proceso referido a las políticas públicas que permiten o
facilitan la muerte para garantizar el control de la población. En otras
palabras, son las políticas que entrañan la decisión de quién va a morir y
cómo.
En el marco de la pandemia, las
estrategias de los gobiernos vinculadas a la biopolitica permiten conocer y
administrar fenómenos como el coronavirus, pudiendo establecer su frecuencia,
incidencia o patrones de repetición a lo largo del tiempo. En función de estas
determinaciones, se despliegan un conjunto de intervenciones públicas
destinadas a detectar situaciones de riesgo o peligrosidad, que permitan
determinar el modo de intervención política necesaria. Peligrosidad en términos
de enfermedad, a través de la higiene pública, el control y gestión de las
enfermedades, prevención de las epidemias, políticas de salud tanto en casas y
lugares de trabajo, así como en barrios y ciudades. Como contracara las estrategias
vincularas a la necropolitica puede definirse como la política en la que los
gobiernos no solo deciden quién vive y quién muere sino cómo viven y cómo
mueren las personas; se enfoca en las políticas de la muerte. No tiene solo que
ver con el hacer morir sino con el dejar morir. La necropolítica también
incluye el derecho a imponer la muerte social o civil, el derecho a esclavizar
a otros y otras formas de violencia política.
La pandemia producida por el
Coronavirus obligo a los gobiernos a tomar determinaciones vinculadas con la
vida y con la muerte de los ciudadanos. Lo que puede observarse, es que en
ciertos países la necropolitica ha quedado más en evidencia que la biopolitica.
Esta actitud, ha desnudando ciertas cualidades de sus gobernantes, las cuales revelan
una cierta displicencia a tomar medidas que garanticen en una situación de
mortalidad, que los ciudadanos puedan morir con dignidad; una dignidad que este
garantizada por la posibilidad de tener acceso al sistema de salud y de ser
atendido de acuerdo a la complejidad de cada caso en particular.
Si bien se cree que las políticas
de la muerte se construían mayormente en sociedades más desiguales, considero
que la evidencia que nos ofrece el coronavirus, desmorona dicho supuesto. Los
Estados Unidos de Norteamérica es un claro ejemplo de ello. En términos
estructurales, su sistema de salud cuenta con una enorme infraestructura a tal
punto que cuenta con el mayor índice mundial de cantidad de camas por habitante.
Es decir, no habría en principio motivo alguno para pensar que su situación
sanitaria tuviese que ver con un sistema de salud desestructurado, falto de tecnología
y/o recursos tanto humanos como económicos. Las decisiones del gobierno
encabezado por el presidente Trump, podrían decirse que tienen señales de ser claramente
necropoliticas; la pregunta es porque?. Veamos: Como primera cuestión podríamos
decir que el presidente de la principal potencia occidental, subestimo de
entrada el virus; en tal sentido se negó rotundamente a una cuarentena
estricta, cuestión que lo enfrento a varios gobernadores. Un estudio hecho
público por la Universidad de Columbia, ha revelado que si las autoridades estadounidenses
hubieran decretado un confinamiento apenas una semana antes de lo que lo
hicieron, habría sido posible salvar 36.000 vidas, es decir casi un
tercio de las víctimas que posee actualmente. Cual fue el resultado? Los
Estados Unidos se convirtió en el país con mayor cantidad de muertos e
infectados del mundo. Hay un dato que podría decirse que profundiza la necropolitica;
en
la ciudad de Nueva York el 62% de los muertos por coronavirus son latinos y
negros. Como si todo
esto fuese poco, el gobierno de origen republicano, deja a la Organización
Mundial de la Salud sin una parte importante de los recursos, lo cual habla a
las claras de un acto de tremenda irresponsabilidad, el cual tendrá
consecuencias directas en la vida de millones de habitantes en el mundo. Por
todo lo dicho, puede afirmarse que el caso de los Estados Unidos estamos ante
un estado necropolitico.
Siguiendo al autor del concepto
necropolitica, podríamos afirmar entonces que
“El sistema capitalista se basa en la distribución desigual de la
oportunidad de vivir y morir”, explica Mbembe Achille. “Esta lógica de
sacrificio siempre ha estado en el corazón del neoliberalismo, que deberíamos
llamar necroliberalismo. Este sistema siempre ha funcionado con la idea de que
alguien vale más que otros. Los que no tienen valor pueden ser descartados”. En
un sentido similar el filósofo surcoreano Byung Chull Han sostiene que el
coronavirus nos muestra que “la muerte no es democrática, sino que depende del
status social”. En línea con el pensamiento del filósofo oriental, debemos entender
“que la pandemia no es solo un problema médico, sino social”; precisamente por
este motivo es que es necesario que aparezca en esta situación de catástrofe sanitaria,
el perfil social de los gobiernos.
El caso de los EE.UU no es el
único; también el coronavirus a puesto de manifiesto situaciones en otras
sociedades denominadas desarrolladas, tal el caso de Inglaterra, a la cual
podríamos incluirlas entre los estados
denominados necropoliticos. El gobierno británico no fue la excepción en
subestimar la amenaza que implicaba el coronavirus y en consecuencia reaccionar
epidemiológicamente tarde. El primer ministro Boris Jhonson no acudió a las
primeras cinco reuniones del comité de emergencia británico (Cobra) y cuando decidió
participar, el país europeo ya tenía decenas de
casos confirmados. Su inaugural contestación a la pandemia fue la tristemente
conocida “inmunidad del rebaño”. Ante la BBC declaro que: “Muchas más familias van a
perder a sus seres queridos antes de tiempo", precisando que el
objetivo de su gobierno era controlar el avance del virus, pero sin
frenarlo por completo. Según un estudio realizado por el Instituto de
Investigación de Políticas Públicas, desde 2012 a 2019 más de 130.000 muertes
en el Reino Unido podrían haberse evitado si las mejoras en el NHS no se hubiesen
detenido. Tras dos décadas en las que se redujeron muchas enfermedades debido a
la financiación del Gobierno en mejoras educativas y sanitarias, en los últimos
siete años la situación ha decaído a niveles paupérrimos. El Reino Unido fue de
hecho, uno de los últimos países europeos en cerrar las escuelas y los
espectáculos públicos y en ordenar estrictas medidas de distancia social. Cual
fue el resultado? El reino unido se convirtió en el país europeo con mayor cantidad de
muertos (42.717) y el tercero en el mundo.
Continuando con la misma lógica de análisis,
es decir la búsqueda de estados que puedan ser denominados necropoliticos por
su accionar frente a la pandemia, nos enfocaremos en América Latina.
Concretamente en Brasil, dado que es el país con mayor cantidad de contagiados
y muertos en el continente y eso lo posiciona como el segundo país del mundo. El
presidente Jair Bolsonaro al igual que sus pares Trump y Jhonson, minimizo de
entrada el virus a tal punto de tratarlo al día de hoy de una "gripezinha".
No acato las recomendaciones de la OMS vinculadas al abordaje del coronavirus e
ignoro abiertamente las reglas de distanciamiento social, alentando,
participando e incluso causando aglomeraciones. Esto le trajo grandes desacuerdos
con gobernadores y alcaldes de la oposición. Esta situación llevo a que no se
hiciese en Brasil un aislamiento acorde con la peligrosidad de contagio y evolución
del virus. Cambio dos ministros de salud en menos de un mes, debido a que los
mismos no coincidían con la manera de enfrentar la pandemia y menos aún en firmar
el uso de la cloroquina como el medicamento a utilizar para el tratamiento del
virus. Al igual que los Estados unidos, el gobierno brasilero se sumó a un uso
inapropiado de las promesas de tratamientos curativos y milagrosos;
concretamente al uso de la hidroxicloroquina como cura de la enfermedad
producida por el virus Covid- 19. Esto fue anunciado en una cadena nacional por
el propio presidente, quien menciono que iban a producir este medicamento en
grandes cantidades para el tratamiento de los enfermos leves. Asimismo, hubo
una circulación relevante de noticias falsas que minimiza la gravedad de
covid-19 en Brasil. La Universidad Federal de Minas Gerais y la Universidad de
Sao Paulo realizaron una investigación conjunta que analizó 2.108 audios que
circularon con testimonios de supuestos profesionales de la salud minimizando
el efecto del coronavirus. Cual fue el resultado? El Covid 19 supera en la tasa de mortalidad al conjunto de todas las
enfermedades cardiovasculares que matan a 980 brasileros por día. Brasil
tiene más de un millón de infectados y más de 50 mil muertos.
El análisis del accionar frente a
la pandemia por parte de estos tres gobiernos, nos sirve para concluir que si
bien todos los estados del planeta tienen en mayor o menor medida características
necropoliticas, en situaciones como la pandemia en la que vivimos, puede quedar
de manifiesto de manera más tangible actitudes que conviertan a estos estados
en necropoliticos. Es imposible pensar que Trump, Jhonson y Bolsonaro no
contasen con los instrumentos y los datos necesarios para poder medir el
volumen de las derivaciones fruto de sus determinaciones. Son líderes que apuestan
a la confrontación y al aislacionismo para exacerbar tensiones y crear mayorías
que aplastan a minorías”, en el caso de Trump y Jhonson con sus ataques
racistas y xenófobos y en el caso de Bolsonaro, a las minorías sexuales. Sus modos
de actuar y su ideología populista conservadora, los ha convertido en los
dueños del eje viral del mundo. En
palabras de Mbembe Achille podríamos señalar que cuando el funcionamiento del
Estado deja clara la necropolítica como régimen de gobierno de las poblaciones,
pasamos a describir el desorden como “emergencia”, “conflicto armado” o “crisis
humanitaria”. La realidad es que las tácticas de exclusión y asechanza ya
estaban instauradas mucho antes de la pandemia; el Covid 19 dejo al desnudo estas
prácticas y en consecuencia el modo de concebir la relación entre estado y sociedad
civil que poseen estos gobernantes. La muerte no es democrática y tiene que ver
con el status social. Estos gobernantes son la clara expresión de tal afirmación.
Excelente. Muy claro e impactante
ResponderEliminarFelicitaciones